El domingo pasado decidimos aprovechar el sol y fuimos a
Chinchón. Es un pueblecito de la comunidad de Madrid que ya había visitado,
pero debo decir que por su cercanía y peculiaridad, siempre es bonito volver a
ver.
Como cada vez que voy a algún lugar, lo
primero que hago es buscar el punto de información turística, y como no podía
ser menos esta en el número seis de su mítica Plaza Mayor.
Su Plaza Mayor es uno de esos lugares donde
te sentarías en un escalón y sin más, pasarías horas y horas observando sus
balcones verdes, su fuente de agua cristalina, y las animadas conversaciones de
todos aquellos, que como nosotros, deciden pasar el día en Chinchón.
Con un poco de suerte y si el tiempo lo
permite, también podréis ver el Burro taxi, que hace las delicias de los más
pequeños y, no tan pequeños, pudiéndose montar en ellos.
La Plaza Mayor, es el lugar donde se representa la Pasión de
Cristo en Semana Santa y las corridas de toros durante las fiestas de verano en
agosto.
También esta rodeada de pequeñas tiendas de artesanía, y de pan,
tan típicas en Chinchón.
Después, pudimos ir al Museo Etnológico, situado en la calle
Morata, y a través del cual pudimos conocer como era la vida de los ciudadanos
de Chinchón, un pueblo principalmente agricultor y ganadero.
De carácter privado, está organizado de una
manera extraordinaria, en tres plantas. En la planta de abajo pudimos ver
diferentes herramientas de labranza y campo, así como pequeñas máquinas y herramientas
para destilar el anís tan conocido y típico de Chinchón.
En la planta intermedia y alta, esta recreado una antigua casa
del siglo XIX, con la misma austeridad con la que vivían, la cocina, salita de
estar, camarilla y dormitorio.
Sin darme cuenta, pude trasladarme a mi infancia. Por suerte,
pude conocer todos los artilugios que en el museo pude ver. Las antiguas
planchas (……buscar como se llaman), la máquina de hacer chorizo que mi abuela tenía
y que después colocaba en la camarilla que es donde mejor se conservaba, los
trillos, espuertas, y multitud de herramientas de campo.
Pero lo que más me llamo la atención fue el gran telar que el
museo tiene. Un telar de grandes
dimensiones que según nos explico la dueña del
museo, fue durante décadas uno de los mayores sustentos para las mujeres de
Chinchón.
Me gustaría recalcar que este tipo de museos son, en mi opinión,
de gran importancia. No olvidemos que la sociedad va desarrollándose de una
manera vertiginosa, y lo que para nuestros abuelos es solo su forma de vida,
para los mas jóvenes es historia de nuestros pueblos.
Por otro lado, si decidís
visitar el museo, no dudéis en ningún problema en preguntar cualquier
cosa que os inquiete, la dueña os atenderá sin ningún problema. Así, el conocimiento
que os llevéis, será mayor.
Antes de irnos a comer, subimos hasta la
iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, desde allí, se pueden ver unas vistas
preciosas de la plaza y el castillo.
El Castillo de los Condes, fue construido en el siglo XV, pero
durante el asedio a Chinchón en la Guerra de la Independencia, fue atacado y un
incendio acabo con él.
Después, comimos en uno de los mesones de la Plaza Mayor. La
comida estaba deliciosa, pudimos degustar migas, sopas de ajo, y de postre
¡flan de nata!, no lo había probado nunca y estaba, ¡riquísimo!
Espero que os haya gustado la entrada que os traigo hoy, que os
animéis a visitar Chinchón y que antes de iros paséis por el Convento de las Hermanas
Clarisas a comprar bollitos que hacen las monjas.